Estamos ya en la recta final y el alumnado sigue respondiendo a las expectativas marcadas a inicios de curso en este proyecto voluntario de recogida de video-testimonios orales de los últimos supervivientes del conflicto bélico que dividió a España en dos.
Esta vez han sido Fanny Pérez Batta, que ha grabado a Juana Lázaro, que vivía en el almeriense barrio de Pescadería durante la guerra civil. Y María José Bellón y Esther Castillo, que han vuelto por segunda vez a grabar a otro testimonios.
Juana Puertas Lázaro, 80 años, Almería, era una niña de 1 año durante la guerra civil en el Barrio de Pescadería. Sus recuerdos son más bien del período de posguerra, donde tantas calamidades hubo de sortear la población almeriense. Las jornadas se aproximan y la ilusión por el desarrolo de las mismas crece en toda la comunidad educativa participante en este proyecto.
Entrega de diplomas a los mayores durante el II Encuentro de Testimonios de la guerra civil
Su padre, Andrés Sánchez, tenía un taller donde se
fabricaban carros, galeras y aperos de labranza en su pueblo natal y su madre
murió años antes de estallido de la guerra. Vivió en Villarejo de Salvanés
hasta los 16 años en que se fue a Madrid, en 1935,
a casa de unos amigos que la habían cuidado cuando murió su madre.
Rosario la dinamitera en el frente acompañada de otras milicianas, la segunda por la derecha
Con diecisiete años se incorporó a las Milicias
Obreras del Quinto Regimiento
(denominado "El Campesino", liderado por Valentín González) que
partieron el 19 de julio de 1936
hacia Somosierra para detener a
las tropas del general Mola. Rosario, como una chica
joven de su edad, no conocía nada de instrucción militar ni de artillería. Con
las milicianas republicanas, entre ellas Angelita Martínez, Consuelo Martín,
Margarita Fuente y Lina Odena, participaron por primera vez en el frente y
armadas, lejos de las tareas clásicas de auxiliares y enfermeras de la mujer en
la guerra.
Rosario la dinamitera en plena acción, su manipulación de explosivos le costó la pérdida de la mano derecha, cosa que no cegó su ímpetu por defender sus ideas republicanas.
Rosario con su fusil de miliciana durante la guerra civil
Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que
lograron contener a los rebeldes franquista, la guerra en la sierra dejó de ser
una batalla abierta para convertirse en una batalla de posiciones y fue
destinada a la sección de dinamiteros, fabricando bombas de mano caseras. Allí,
manipulando dinamita, perdió una mano al estallarle un cartucho, acto
cantado por Miguel Hernández en el poema Rosario, dinamitera. Herida de
gravedad, la operaron en el hospital de sangre de la Cruz Roja en La Cabrera, donde consiguieron salvarle la
vida.
Tras su salida del hospital, se reincorporó a la
división, como encargada de la centralita del Estado Mayor Republicano en la Ciudad Lineal de Madrid. Fue allí donde Rosario conoció a Miguel Hernández, Vicente Aleixandre y Antonio Aparicio, poetas al servicio de la causa republicana.
Rosario falleció en el año 2008 defendiendo sus ideas
Rosario junto a su primera hija, durante la contienda
Había transcurrido un año de guerra cuando se le
presentó la ocasión de volver al frente. La 10.ª Brigada Mixta de El Campesino se había convertido en la 46ª División, con más de doce mil hombres a sus órdenes, que
en el verano de 1937 intervino en una ofensiva hacia Brunete
para intentar atrapar en una bolsa a las fuerzas nacionales que sitiaban Madrid
desde el suroeste. El ataque fue de tal magnitud que el pueblo claudicó en
apenas unas horas, aunque las pequeñas guarniciones de Quijorna y Villanueva del Pardillo
resistieron la acometida. Rosario fue elegida para convertirse en jefa de
cartería de su división, con la categoría de sargento, encargada de ser el nexo
de unión con el Estado Mayor en la capital y de llevar la correspondencia de
los soldados.
Desempeñó esta labor hasta el fin de la batalla de Brunete el 25 de julio de 1937, que con la derrota del lado republicano,
las tropas de la División del Campesino se retiraron a sus cuarteles de Alcalá de Henares. Allí,
el 12 de septiembre de 1937,
contrajo matrimonio civil con Francisco Burcet Lucini, sargento de la Sección
de Muleros del Regimiento, quedándose embarazada poco después. Pero el 21 de enero de 1938, su marido partió rumbo a Teruel
con los hombres de la 46.ª División para relevar a los de la 11.ª de Líster, que habían participado en la toma de la ciudad, la
primera capital de provincia que las tropas republicanas conseguían conquistar
desde el inicio de la guerra.
Rosario mientras tanto comenzó a trabajar en la
oficina que Dolores Ibárruri, la Pasionaria,
había organizado en el nº5 de la calle de Zurbano de Madrid
para reclutar mujeres que cubrieran los puestos de trabajo que los hombres
dejaban libres cuando marchaban al frente. Trabajó allí hasta que dio a luz a
su hija Elena.
Tras la batalla del Ebro, que supuso el desequilibrio de la balanza
entre tropas republicanas y nacionales, dejo de recibir correspondencia de su
marido, y Rosario no supo si éste había muerto, había logrado escapar a Francia o era uno de los miles de prisioneros que hicieron los
nacionales en su avance.
Rosario la dinamitera se convirtió en un símbolo para la resistencia
Rosario, intentó escapar por Alicante con su padre, dejando a su hija con la segunda mujer
de éste. Allí fueron capturados, con otros 15.000 republicanos que esperaban
exiliarse a bordo de barcos de la Sociedad de Naciones que
nunca llegaron a puerto. Fueron conducidos al campo de los
Almendros, donde fusilaron a Andrés Sánchez. Rosario fue liberada y
trasladada semanas después a Madrid, donde fue detenida de nuevo por vecinos falangistas de su pueblo,
que la encarcelaron en la prisión de Villarejo y después en la
de Getafe, mientras se le incoaba un procedimiento sumarísimo de
urgencia. La petición fiscal de muerte fue conmutada por 30 años de reclusión
por un delito de adhesión a la rebelión. Ella, que había defendido la legalidad
republicana, era acusada de haberse levantado contra quienes la violentaron.
Fue trasladada a la prisión de Ventas y siguió un
periplo carcelario por las prisiones de Durango, Orúe y, finalmente, la de Saturrarán. El 28 de marzo de 1942, tras sufrir tres años de encierro y todo
tipo de calamidades, fue puesta en libertad gracias a los beneficios
penitenciarios que el régimen franquista se veía obligado a
decretar periódicamente para aliviar sus prisiones. Precisamente ese mismo día
en que fue liberada moría Miguel Hernández en la
prisión de Alicante.
Fue condenada a permanecer desterrada a más de 200
kilómetros de su pueblo y se instaló en El Bierzo, con una compañera de prisión ya liberada, pero la
necesidad de ver a su hija la hizo regresar a Madrid
pese a la prohibición de hacerlo. Su hija estaba al cuidado de su suegra y
desde allí comenzaron la búsqueda de su marido, sin noticias desde el fin de la
guerra. Por informaciones de familiares supo que su marido había rehecho su
vida en Oviedo una vez que el régimen franquista anuló todos los
matrimonios civiles de la República. Rosario volvió a casarse y tuvo otra hija,
pero se separó al cabo de dos años. Para ganarse la vida comenzó a vender
tabaco americano de contrabando en la plaza de Cibeles. Posteriormente montó un
estanco en Madrid, en la calle Peña Prieta del barrio de Vallecas.
Rosario falleció el 17 de abril de 2008. Durante el sepelio estuvo acompañada de
la bandera tricolor y personalidades destacadas de la política como Gaspar Llamazares y Paco Frutos, secretario
general del PCE.
Rosario se mantuvo firme toda su vida en sus convicciones
Rafael Quirosa Cheyrouze y Muñoz, experto en la guerra civil en Almería
Luis María Garrido González, experto en la guerra civil en Jaén
José María Azuaga Rico, experto en la guerra civil en Granada
Los ponentes junto a Luis Ibáñez Luque y Alberto Montoya Alonso (nos ofrecerán un concierto de música de la guerra civil). A la derecha foto de grupo con algunos ponentes del III Encuentro de Testimonios.
María Isabel Ruiz García, experta en la guerra civil en Málaga, repite de nuevo este año, el año pasado nos ofreció su ponencia sobre La represión económica en Almería
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Fran y Maribel durante el II ENCUENTRO DE TESTIMONIOS DE LA GUERRA CIVIL